Sociedad Española de Dirección y Gestión de los Laboratorios Clínicos |
V Reunión Nacional Ávila, 29-30 de marzo de 2001 |
PRUEBAS A LA CABECERA DEL ENFERMO (PCE). DE LA TEORÍA A LA PRÁCTICA. J.L. Marín Soria. Aunque algunos centros han sido capaces de implementar las PCE con suficiente imaginación, con una organización adecuada y, en consecuencia, con resultados positivos a una situación que no es fácil, durante el último año han sido muchas las opiniones emitidas respecto a las pruebas a la cabecera del enfermo. Algunas de ellas parecen excesivas en su premonición de que en un futuro, casi inmediato, pasarían a convertirse en "EL LABORATORIO"; otras parecen que siembran incertidumbre, cuando se afirma que abre una puerta de futuro para los profesionales del laboratorio, es posible que así sea, pero será una puerta pequeña; y otras, probablemente son poco afortunadas. Este análisis se realiza desde una óptica hospitalaria, aunque estas pruebas donde mayor aplicación pueden tener, en número, es en el ámbito de la atención primaria y domiciliaria. Hay tres consideraciones básicas que, aunque obvias, merecen ser destacadas: 1) que las PCE son herramientas que posibilitan mejoras en la atención a muchos enfermos; 2) que las mediciones analíticas, se realicen en el lugar que se realicen, han de ser responsabilidad del laboratorio - responsabilidad compartida en muchos casos- y 3) que es necesaria una normativa que regule esa responsabilidad. Sin embargo existen varias cuestiones que deben ser analizadas: cuando hablamos de PCE lo tratamos siempre como un "todo" y si hacemos un catálogo de la oferta que existe de estas pruebas, algunas no se parecen en nada a otras en su importancia clínica o en la necesidad de la inmediatez de la respuesta. Lo mismo ocurre si tenemos en cuenta el desarrollo tecnológico necesario para unas o para otras, por tanto sería bueno comenzar a distinguir, por ejemplo, entre: PCE para control domiciliario; PCE en atención primaria y hospitalaria y PCE para enfermos críticos (UCI, Quirófano, ambulancia, etc.), y ello es interesante, porque sin duda tendrán connotaciones y responsabilidades distintas. Hay que saber cual es el motor que impulsa la utilización de las PCE, sobre todo en el ámbito hospitalario: ¿Es la necesidad de mejorar la asistencia?, ¿Es la comodidad de tenerlo todo a mano?, ¿Es la presión de la industria que quiere recuperar lo invertido en su desarrollo?, ¿Es el protagonismo que nos ofrece un nuevo campo a los profesionales del laboratorio y que nos convierte en "líderes de opinión"?, ¿El poder del servicio que lo solicita?, ¿Las relaciones, mejores o peores, que tenemos con el servicio solicitante? Y, por otra parte, ¿Cuál tendría que ser el análisis a realizar previo a poner en marcha PCE?, ¿Qué papel ha de jugar el laboratorio de urgencias?, ¿Cómo medimos los beneficios que aporta a los pacientes?, ¿Tendría que existir transferibilidad de resultados con el área de laboratorios?, ¿Son las PCE una respuesta a la excesiva concentración de la actividad analítica en unos pocos laboratorios?. Las PCE se están realizando en nuestro ámbito sanitario desde hace años y tienen que seguir utilizándose en beneficio de los pacientes, pero sería interesante que, debido al desarrollo de nuevas pruebas y a la gran demanda actual, intentásemos responder a las preguntas anteriores. |