Sociedad Española de Dirección y Gestión de los Laboratorios Clínicos |
VII Reunión Zaragoza, 13-14 de marzo de 2003 Resumen |
Impacto de un procesador automático de portas para inmunofluorescencia sobre el Área de Conocimiento de Autoinmunidad. Introducción. El Beeline 220 (Atom, Barcelona) es un procesador automático para procedimientos de inmunofluorescencia (IFI) y enzimoinmunoensayo (ELISA). Requiere poco tiempo de operador, permitiendo procesar 96 especímenes por serie, modo cribado, en 16 portas con 10 configuraciones diferentes. El software está en entorno Windows, utilizando la hoja de cálculo Excel para la generación de la lista de trabajo y definición de los procedimientos. Se pueden definir hasta 40 pruebas, integradas en 10 protocolos de ejecución, permitiendo combinar procedimientos de cribado con titulación. La configuración de los distintos portas y protocolos se realizan con la instalación del aparato, siendo sencillo para el usuario introducir modificaciones posteriores en los protocolos y procedimientos de trabajo (volúmenes de dispensación de muestras, lavados, antisueros, controles; ciclos y velocidad de los lavados; número y factor de las diluciones seriadas; selección de las diluciones a procesar; tiempos de incubación; combinación de procedimientos en un protocolo, etc.). Los objetivos de esta comunicación son presentar los cambios que se han originado en la estrategia de trabajo del Área de Conocimiento de Autoinmunidad con la incorporación del procesador al laboratorio en Julio de 2002 y los ahorros de recursos producidos. Material y Métodos. Se midieron los tiempos de dedicación de 3 técnicos del laboratorio para la ejecución de 10 series de trabajo cada uno, cronometrándose: 1) la puesta en marcha y cebado del instrumento con tampón fosfato, 2) la introducción de una lista de trabajo, en modo cribado, con 25 muestras, 42 determinaciones y cuatro procedimientos (ANA, ANCAS, esófago de mono y tejidos de rata), 3) la colocación de los antisueros, muestras y tubos de dilución en la máquina y 4) el lavado de los circuitos con agua destilada y apagado del equipo. Resultados. Los tiempos medios de puesta en marcha, programación, colocación de materiales y muestras y apagado en minutos fueron: 1,08 (± 0,03), 6,18 (± 0,42), 2,05 (± 0,35) y 1,1 (± 0,13), respectivamente. No se observó contaminación entre pocillos en los estudios de arrastre efectuados, obteniéndose unos campos de observación con el microscopio de fluorescencia libres de fluorescencia inespecífica. El escaso tiempo de atención técnica que requiere el procesador ha originado cambios en la estrategia del trabajo del Área de Conocimiento. Estos fueron: 1) Se suprimió el cribado de ANA por ELISA, realizándose directamente mediante inmunofluorescencia sobre un substrato de células Hep-2; 2) Casi todos los días se procesa una o dos series, incluso tres, de trabajo, en lugar de un día a la semana cuando la realización era manual, con la única limitación de tener el número de pruebas adecuadas al número de pocillos de los portas. 3) Los tiempos de respuesta se acortaron de 1 ó 2 semanas a 1-3 días, dependiendo de la negatividad o positividad del espécimen, respectivamente. 4) Se suprimieron todos los errores originados por la manipulación de un número elevado de tubos para diluciones (100-150 tubos por serie manual), depósito de muestras en los pocillos y adición de los antisueros. 5) Se eliminaron los deterioros de los substratos producidos durante la fase de retirada del exceso de líquido de lavado. 6) El trabajo del técnico se ha reprogramado en función de las otras cargas de trabajo del Área. 7) El procesador automático se comparte con el Servicio de Microbiología. 8) En los 7 meses de funcionamiento con el aparato a una media de 7 series/semana no se produjo ninguna avería. Conclusiones. Desde los puntos de vista de calidad analítica y economía de recursos consideramos imprescindible un procesador de inmunofluorescencia en el Área de Conocimiento de Autoinmunidad. Aunque estos aparatos pueden ser utilizados para realizar procedimientos de ELISA, no creemos que sea la instrumentación adecuada para la carga de trabajo habitual de un laboratorio hospitalario. Con respecto al Beeline 220, sería recomendable la comunicación uni-direccional con el SIL y la incorporación de un lector de código de barras, evitándose el posible error humano en la colocación de las muestras. |